sábado, 24 de junio de 2017

NO TENGAIS MIEDO A NADA


HOMILIA DEL DOMINGO XII DEL TIEMPO ORDINARIO



Queridos hermanos en el Señor:

            Retomamos ya el ciclo dominical del tiempo ordinario. Atrás quedan las fiestas dedicadas a los misterios de la Trinidad y del Corpus Christi. En este domingo XII del tiempo  “per annum” retomamos la predicación sobre el ciclo de Mateo, evangelista que nos guía en este ciclo A.

            El profeta Jeremías dado el mensaje tan duro que debe transmitir a su pueblo, se ve ridiculizado, rechazado y burlado por sus coetáneos. En sus palabras encontramos una situación grande de depresión, de tristeza, de desmoralización. Es un hombre abatido por el peso de la misión y la incomprensión de los hombres. Solo la confianza en Yahvé, como último recurso, creará en él una ruptura con esta situación de desesperanza. Él sabe que a pesar de todo, Dios está a su lado, está con él. Que será Yahvé quien tomará la iniciativa a la hora de vengar a su siervo, salvando la vida de los pobres, del hombre piadoso que pone su confianza en Dios.

            Frente al sentimiento de temor de Jeremías y su confianza en una acción futura de Dios; encontramos la revelación neotestamentaria de Jesucristo quien nos dice que no tengamos miedo a los que pueden matar el cuerpo sino más bien a los que pueden aniquilar cuerpo y alma en el fuego del infierno. Para mostrar cuánto vale la vida de los hombres más que otra cosa, usa la comparación con los pájaros, pues esa era la vida más barata del mercado.



            Las páginas de este evangelio quizá hoy sean más actuales que nunca. A lo largo de los dos mil años de historia de la Iglesia hemos tenido que enfrentarnos a graves peligros y duras persecuciones.

            Pero hoy, como entonces el profeta Jeremías, podemos sentir el peso de vivir en coherencia el Evangelio, de dar testimonio de Cristo en el mundo. La hostilidad hacia el mensaje de Jesús reviste hoy formas nuevas y más agresivas. Ciertamente, hoy, y de momento, en nuestra sociedad no nos enfrentamos a una sanguinaria persecución; pero el asedio y los escraches a los obispos y grupos cristianos, las blasfemias, las profanaciones se suceden por doquier; hoy se niega a la Iglesia, en aras de la libertad, su derecho a ejercer su misión en el mundo y anunciar el Evangelio y la doctrina del catecismo; niegan a la Iglesia la libertad que reivindican para sus intereses. Frente a la acción pacífica de la Iglesia, se combate contra ella ejerciendo una violenta presión social que, en el colmo de los casos, llega hasta la violencia física o la muerte civil.


            Hoy los cristianos de occidente nos enfrentamos a dos poderosos enemigos que pretenden matar tanto el cuerpo como el alma: la ideología de género y las prácticas de meditación oriental. La primera, muy letal, se trata de un movimiento acientífico e irracional que pretende reescribir la identidad sexual de cada uno de tal modo, según dicen ellos, nadie nace hombre o mujer, sino que al ser construcciones sociales, se puede elegir ser lo que se quiera. Esta ideología, a efectos teológicos, supone la culminación de la tentación de los orígenes de convertirnos en dioses de nosotros mismos. Y esto es lo más dramático, el hombre quiere ser dios y dominarlo todo. Como ya profetizó el filósofo Nietzsche es necesario que Dios muera para que el hombre ocupe su puesto. Es la cumbre del empeño masónico desde su fundación. Hoy quien se opone a esta ideología y la combate mostrando su irracionalidad y su nulo fundamento científico y, por tanto, su verdad teológica, se ve sometido a la persecución, al descredito, a la burla y a la mofa pública y social. Se trata de una campaña orquestada por aquellos mismos que no han dudado en unirse y respaldar a la religión islámica al mismo tiempo que reivindican la laicidad del estado y la separación radical entre la Iglesia y el poder civil.  

            El segundo peligro que atenaza la vida de los cristianos es la lenta, pero continua, introducción de las técnicas de meditación y sanación orientales, especialmente, el yoga, el zen y el reiki. Si la ideología de género era letal para el cuerpo, estas técnicas son peligrosas para el alma cristiana, por la misma razón que la anterior pero de modo análogo: porque se presentan como técnicas inofensivas para alcanzar un estado de tranquilidad y paz interior pero que en nada tienen que ver con una visión cristiana ni de la persona, ni de Dios ni de la oración.


De la persona porque la concepción cristiana de la misma respeta su individualidad como imagen de Dios y sujeto de derechos, deberes y libertad; mientras que el mundo oriental tiene un concepto de persona según el cual materia y espíritu se confunden siendo así que la persona no es otra cosa sino animación de la materia. Respecto de Dios, el cristianismo parte de un concepto personal del mismo que lo distingue de lo humano, de tal modo que Dios y el hombre pueden comunicarse, hablar y dialogar sin confundirse y manteniendo su diferencia y distinción; la concepción oriental se debate entre dos polos o todo es Dios (panteísmo) o no hay Dios (ateísmo) y por tanto nunca será un Dios personal lo que conlleva la imposibilidad de cualquier alteridad Dios-hombre. Esto repercute en la manera de entender la oración: para el cristianismo, la oración supone un encuentro entre el hombre y Dios, entre una palabra que me interpela y a la que respondo con toda mi persona, sin embargo, las técnicas orientales pretenden la disolución en la nada (ateísmo) o la fusión con el todo (panteísmo), no hay diálogo ni individualidad diferenciada entre la divinidad y la humanidad.

Ante estos dos males, los cristianos hemos de permanecer unidos a Cristo, ser fieles a nuestra fe bautismal, rechazar todo aquello que vaya en contra de la Revelación. El Evangelio de hoy nos llama a no ser cristianos temerosos, a vivir con libertad y esperanza fundada en la victoria final de Jesucristo. De nuestra perseverancia en la fe dependerá nuestra salvación. Pues el mismo Cristo dice que quien se pone de su parte ante los hombres Él se pondrá de parte del hombre ante el Padre y, al contrario, quien lo niegue ante los hombres, Jesús lo negará ante el Padre.


Queridos hermanos, es momento de optar por Jesucristo. Lo nuestro no es usar la violencia verbal o física, sino dar la batalla de las ideas y del testimonio auténtico de Cristo en medio del mundo. Hoy Jesús nos llama a ser sus testigos allí donde somos puestos: en nuestros trabajos, familias, ambientes para que el Reino de Dios no sea una utopía sino una realidad que ya está en germen y que un día alcanzará su plenitud en la eternidad.

¡Ánimo hermanos!, no tengamos miedo a nada ni a nadie. Sigamos las huellas de Cristo y pertrechémonos por el camino del evangelio, fidelidad a Cristo y a su Iglesia, amor a los pobres y enfermos y formación completa y constante para conocer la fe, proponerla y defenderla. Así sea.

Dios te bendiga

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario